Bartolomé José Gallardo
 
 


Bartolomé José Gallardo y Blanco (*Campanario, Badajoz, †13 de agosto de 1776 - Alcoy, Alicante, 1852) liberal extremeño, fue anticlerical y masón. Sería condenado a muerte. Escritor, erud
ito y bibliógrafo, participó activamente en política, lo que le produjo encarcelamiento y destierros, sobre todo en las reacción absolutista.

Sus padres, labradores bastantes pobres, lo destinaron a la carrera eclesiástica y le enviaron a Salamanca donde  estudió filosofía protegido por Juan María de Herrera, bibliotecario de la universidad. Pero Gallardo prefirió los estudios de medicina, que siguió hasta 1796. Un mordaz folleto, El soplón del diarista de Salamanca que publicó en ese año, burlándose del Diario de la ciudad, le ganó la atención del obispo Tavira, que le protegió y obtuvo para él un puesto de oficial en la Contaduría de Propios, cargo que desempeñó hasta 1805, en que se trasladó a Madrid.

Leyó activamente a los filósofos ilustrados del enciclopedismo francés. Especialmente le influyeron las ideas de John Locke y Condillac.

Ya en Madrid ganó la cátedra de francés de la Real Casa de Paje, y en 1806 dio la primera muestra de su afición a los viejos y raros libros españoles reimprimiendo la traducción del Rapto Proserpina de Claudiano, hecha en 1608, por Francisco de Faria.

En 1807 publica un pequeño tratado, Consejos de un orador evangélico a un joven deseoso de seguir la carrera de la predicación, en el que propone atinados modelos de oratoria sagrada. Escribe numerosos artículos con el seudónimo de “El Bachiller de Fórnoles”.

En 1808 se sumó a los patriotas contra los franceses y anduvo arengando pueblos por su natal Extremadura.

Se ve obligado a refugiarse en Cádiz. “La época de la estancia en Cádiz -decía Sainz de Robles- fue decisiva en la época de Gallardo, y durante ella, principalmente, se labró su fama de liberal exaltado”. Las Cortes le encargaron la formación de una biblioteca y en pocos meses logró reunir más de diez mil volúmenes, lo que le valió la admiración de los diputados, que le nombraron algún tiempo después bibliotecario de las Cortes

Su primera sátira, la Apología de los palos... (1811), defiende a un representante de la Junta Central, agredido por la aristocracia.


1812

En 1812 imprimió su más famosa sátira política, el Diccionario crítico burlesco, del que veinte años después aún seguían publicándose ediciones. Esta obra era una réplica al Diccionario razonado manual para inteligencia de ciertos escritores que por equivocación han nacido en España, libro compuesto por un tal canónigo Ayala que arremetía contra los seguidores de las ideas avanzadas que habían alcanzado gran predicamento entre los diputados constitucionales. El Diccionario burlesco fue denunciado por religiosos y su autor condenado en el Castillo de Santa Catalina, si bien se revisó su proceso y salió poco después absuelto.



Su Diccionario crítico-burlesco de que se titula razonado manual,  uno de los libros más malditos de la historia de la literatura española, provocó la violenta reacción de los tradicionalistas, y algunos diputados propusieron que se restableciera la Inquisición. El folleto de Gallardo fue recogido por orden del ministro de Gracia y Justicia y se ordenó el arresto del autor, mientras ocho obispos publicaban una pastoral colectiva para condenarlo. En la cárcel escribió Gallardo una defensa, Contestación del autor del Diccionario crítico-burlesco a la primera calificación de esta obra. La Junta puso al escritor en libertad, sin embargo, la obra fue colocada en el índice de libros prohibidos. La persecución contra Gallardo y el Diccionario crítico-burlesco no ha cejado desde entonces. Menéndez Pelayo lo descalificó como “impío y atrocísimo libelo”, escrito para “el vulgacho liberal”.

Publicó Gallardo por la época de las Cortes de Cádiz diversos artículos en el periódico radical La Abeja Española, y, al parecer corría también a su cargo una sección titulada “Calle Ancha”, donde se recogían todos los chismes políticos que circulaban por Cádiz. Concluida la guerra, se traslada a Madrid, pero intuyendo agudamente la reacción absolutista, se refugió en su villa natal y pasó después a Portugal, de donde emigró a Inglaterra. Gallardo se entregó entonces a su pasión favorita de leer y extractar libros antiguos españoles. Trabajó en la admirable colección española del Museo Británico.

1814

En 1814, restablecido Fernando VII en el trono, Gallardo huyó de España junto a otros liberales y de Lisboa pasó a Bristol y desde allí a Londres. Allí compuso una durísima silva donde juzga a todos los reyes españoles, desde los Católicos hasta Fernando VII, denunciando su mediocridad, crueldad y poco valer y demostrando en esa tarea no escaso conocimiento de la historia de España.

 
SU VIDA (2)Vida2.htmlVida2.htmlshapeimage_3_link_0
VOLVER a COMPARTIRhttp://web.mac.com/rmendia/iWeb/mendia/Portico.htmlshapeimage_4_link_0
Su vida
PortadaPortada.html
PresentaciónPresentacion.html
Vida
ObraObra.html
PoetaPoeta.html
CuriosidadesCuriosidades.html
HeterodoxosHeterodoxos.html
IdeologíaIdeologia.html